Manuel Lobeira, CEO de Acorde Technologies: “El éxito de la empresa radica en la fiabilidad de sus desarrollos y productos”
Entrevista a Manuel Lobeira, CEO de ACORDE, en Cantabria Negocios.
CANTABRIA NEGOCIOS. Manuel Casino | Septiembre 2025
Con una plantilla de 62 trabajadores y una facturación que este año rondará los diez millones de euros, Acorde Technologies es una empresa cántabra con vocación internacional que lleva la innovación en su ADN y que destaca hoy como un referente mundial en radiofrecuencia de altas prestaciones para comunicaciones por satélite en el sector aeroespacial y de defensa. Manuel Lobeira, su CEO, aborda en esta entrevista los principales retos de la compañía, entre los que resalta la captación de talento, y resuelve que su apertura a la sociedad y el creciente gasto militar representan el cóctel perfecto para que de aquí a diez años tengan el viento de cola.
Pregunta.– De la Universidad de Cantabria al cielo. ¿Le ha sorprendido este éxito?
Respuesta.– La empresa en origen es un desarrollo para Indra que buscaba a alguien que nacionalizase los productos y que contactó con la Universidad de Cantabria, responsable del diseño. Cuando Indra preguntó qué empresa podía fabricarlos, José Luis García [catedrático de la UC fallecido en 2011 y uno de sus impulsores] estuvo muy hábil y les contestó: la empresa que voy a crear ahora mismo. En ese momento ya nos dimos cuenta de que lo que estábamos haciendo era sustituir tecnología americana. Lo mismo que la tecnología de Estados Unidos se compraba en España, Italia, Francia o Alemania, entendimos que también deberíamos de ser capaces de visitar a los países colindantes y ofrecerles nuestros productos. Así que desde el principio fue una vocación internacional clara. El éxito último que estamos teniendo la verdad es que nos resulta sorprendente, sobre todo porque históricamente hemos mantenido un perfil muy bajo. Hasta hace muy poco el sector de defensa estaba muy denostado y ni te planteabas hacer publicidad de que trabajabas en este ámbito y mucho menos aún presentarte a un premio porque a ningún organizador le apetecía hacerse una fotografía con un ganador de defensa. Sin embargo, ahora las cosas afortunadamente están cambiando. Nosotros siempre hemos sido tecnológicos, pero muy asépticos. El hecho de que, al igual que ocurre con el tema del espacio, también en defensa se valore la tecnología como puntera es un reconocimiento, especialmente para el equipo, que puede sentirse públicamente orgulloso de los logros conseguidos por la empresa.
P.– Sé local, piensa en global. ¿Hablo de su empresa?
R.– Sí, sí. Tenemos una visión de desarrollar tecnologías globales. De hecho, tenemos equipos en los seis continentes y fuera de la Tierra. Y seguimos diseñando y fabricando íntegramente todo en Cantabria, en la medida de lo posible con operadores locales y con titulados de la UC y con empresas, si son nacionales, que tengan sede en la región. Sí, intentamos dinamizar el PIB regional porque al final son oportunidades para las familias de los trabajadores y de todos los cántabros.
P.– Acorde pasa por ser un referente internacional en radiofrecuencia de altas prestaciones para comunicaciones por satélite en el sector aeroespacial y de defensa. ¿En qué más son punteros?
R.– Somos punteros también en equipos de guerra electrónica y en radioenlaces, por ejemplo, para la comunicación del avión de combate cuando no es a tierra vía satélite.
P.– Acumulan premios y reconocimientos nacionales y han logrado captar más de 2,4 millones de euros en ayudas de los fondos europeos para el desarrollo de diferentes líneas de investigación. ¿Están en su mejor momento?
R.– La verdad es que sí. A raíz del cambio de imagen con motivo del 25 aniversario y el cambio en la estrategia de marketing para ganar en visibilidad, empezamos a presentarnos a concursos y notamos que se estaba reconociendo el nivel tecnológico de la empresa. Eso hace, además, que más talento quiera colaborar con nosotros, lo que era, por otra parte, uno de los objetivos que perseguíamos con la comunicación. Si a esto le añades la coyuntura actual con un aumento del gasto en defensa, tienes el cóctel perfecto para que de aquí a cinco o diez años tengamos el viento de cola en la compañía.
P.– Qué valoración hace del funcionamiento de las ayudas europeas? ¿Están sirviendo para esa transformación y digitalización que se busca?
R.– Bueno. Para mí hay dos niveles. Uno, con la línea histórica de financiación de investigación en nuevas tecnologías, en la que sí hemos notado recientemente que se ha aumentado la intensidad de las ayudas, lo que te permite reducir tu riesgo y ser más ambicioso en tus investigaciones. Es decir, pruebas más tecnologías y tensas más la última capacidad, lo que, a la larga, te permite contar con productos más evolucionados y mucho más competitivos. En cuanto a la digitalización, la situación es diferente. Hay un nivel de empresas que sí están aprovechando el dinero para automatizar sus plantas productivas, mejorar sus procesos y obtener datos para mantenimientos predictivos y correctivos… Y luego hay otra serie de ayudas más dirigidas al pequeño empresario, como son las del ‘kit digital’, en las que por desgracia creo que no se ha hecho una labor pedagógica correcta y no se está aprovechando todo su potencial. Creo que hay muchos pequeños negocios que con pequeños asesoramientos por parte de empresas relacionadas con la inteligencia artificial o la automatización de procesos podrían ganar muchísima competitividad. Pero, de momento, no están llegando a entender esas oportunidades.

P.– Defienden su innata y permanente apuesta por la innovación en un sector en el que los avances tecnológicos se producen a una velocidad endiablada. ¿No siente vértigo al tener que enfrentarse continuamente a este reto?
R.– No. En el fondo nos va la marcha. Tenemos la innovación en el ADN. Y para nosotros ha sido realmente una ventaja competitiva. Lo vemos como una barrera de entrada o de supervivencia en el sector para otras empresas menos ágiles, menos arriesgadas o con una menor apuesta por la innovación. Somos plenamente conscientes de que para seguir vivos en este sector tenemos que estar continuamente innovando. Y tenemos un equipo muy potente de gente muy creativa que nos permite estar en la punta de lanza. Nosotros hemos tenido años en los que hemos destinado hasta el 30% del presupuesto a generación de nuevos conocimientos y tecnologías.
P.– Su empresa tiene una clara vocación internacional. ¿Se mueven mejor fuera que dentro de casa?
R.– [Ríe]. Lo que ocurre es que, por desgracia, las partidas presupuestarias de defensa son mayores en el extranjero que en España. Y, por tanto, es más fácil hacer negocio con alguien que tiene un programa de cien fragatas que con uno que lo tiene de cinco. Además, hasta hace poco España tampoco ha tenido agencia espacial y otros países sí, con lo que dinamizaban sus propios proyectos. También hay más grandes operadores civiles de satélite que monten redes fuera que dentro. Es decir, en el ecosistema espacial hay más actividad más allá de nuestras fronteras. En cualquier caso, España es un jugador importante. De hecho, a nivel de la Unión Europea somos el cuarto país. Pero nos ha faltado coordinación. Teníamos los elementos decisores del tema espacial muy distribuidos y no muy bien coordinados. Ahora se supone que vamos a tener una estrategia única y alineada, lo que tendría que redundar en un avance estratégico más coordinado y más rápido.
P.– Sus clientes son fundamentalmente grandes empresas públicas y privadas y conglomerados y consorcios internacionales que han encontrado en su empresa a un socio en el que confiar. ¿La fiabilidad cotiza al alza?
R.– Sí, sin duda. Uno de los elementos claves del éxito de la empresa es la fiabilidad de los desarrollos y los productos. Hay que tener en cuenta que, si instalas un equipo de comunicaciones por satélite en un barco que se va seis meses de misión, no puede fallar. Si un caza de combate tiene que estar en tierra porque fallan los equipos sería una desgracia. Por eso, nuestros equipos se someten a condiciones ambientales extremas para garantizar que en las peores condiciones siguen operativos.
P.– Asegura que el tamaño mediano de su empresa les permite ser muy dinámicos y flexibles y adaptarse mejor a las necesidades de cada cliente. ¿Teme dejar de serlo si siguen creciendo?
R.– Espero que no. Conocemos empresas grandes que son mucho más ágiles que el estándar del sector. Aspiramos a eso: a ser más grandes en tamaño sin perder la agilidad y flexibilidad que nos ha hecho llegar a este punto.
P.– Los sectores de defensa, aeroespacial, científico y telecomunicaciones en los que trabajan son altamente demandantes de tecnología, pero también de talento. ¿En cuál de los dos ámbitos andamos más escasos en Cantabria?
R.– En talento. Por desgracia el número de estudiantes ha bajado. En la orientación por nuestra especialización en telecomunicaciones también ha disminuido y ahora mismo es muy complicado cubrir las vacantes. De hecho, tenemos varias sin cubrir porque no encontramos el perfil con experiencia. Pero no es un problema de Cantabria, es a nivel nacional e internacional. Nosotros contactamos con clientes, proveedores y competidores y estamos todos igual. También en Estados Unidos, donde los jóvenes se orientan mucho más a temas de programación.
P.– ¿Y cómo se puede superar este déficit?
R.– A mi juicio hay dos vías. Una, más a largo plazo, que es hacer divulgación de las bondades de las salidas profesionales de estos perfiles para que los estudiantes de Primaria y Secundaria escojan estas carreras universitarias. Y a corto y medio plazo no queda otra que coger perfiles asimilables y formarlos internamente, lo que supone una inversión en tiempo por parte de los expertos dentro la casa y de espera para que puedan retornar y ser productivos.
P.– Seguridad y defensa. ¿Hablamos de lo mismo?
R.– No. Es cierto que pueden compartir tecnologías, pero la seguridad está más orientada a control de fronteras, detección temprana y gestión de amenazas, mientras que la defensa lo hace no tanto a temas relacionados con la integridad jurídica como sí de las personas. Una fragata la puedes dedicar a seguridad y defensa, pero un tanque no. A nuestro nivel, seguridad y defensa pueden compartir tecnologías, si bien en el segundo caso nos van a exigir más fiabilidad y más prestaciones porque está en juego la vida de las personas.
P.– En la reciente cumbre de la OTAN celebrada en La Haya, España ha mostrado su rechazo a elevar el gasto militar hasta el 5% del PIB. ¿Le preocupa las repercusiones que puedan tener esta actitud?
R.– A nosotros, como empresa internacionalizada, el hecho de que todo el resto de países OTAN vayan a subir al 5% lógicamente nos beneficia. Todos son clientes, y si todos van a experimentar incrementos de entre el 50 y el 250% en sus presupuestos, nos beneficia claramente. A nivel español, creo tiene más de una parte de propaganda, porque se ha firmado el documento, si bien es cierto que aquí la convergencia hasta ese porcentaje va a ser más lenta que en otros países. Pero España viene de inversiones del 1,5%, por lo que incluso el 2,1% anunciado por el Gobierno para 2025 supone una subida del 50%. Y aún está por ver que lo haga, porque todavía tienen que movilizar más de 10.000 millones de euros y ya estamos a mitad de año.
Manuel Lobeira posa, junto a las autoridades, con el reconocimiento a Acorde como pyme del año en Cantabria.
P.– El Clúster de la Industria de Defensa (CID), del que su empresa es miembro, reclama una ley de financiación de la Defensa consensuada por las principales fuerzas políticas del arco parlamentario y con vocación de largo plazo. ¿Lo juzga también imprescindible?
R.– Sí. Para que las empresas españolas puedan apostar por desarrollos tecnológicos competitivos internacionalmente necesitan tener visibilidad de cuáles van a ser las necesidades del Ministerio de Defensa en programas a largo plazo. Estamos hablando de inversiones muy fuertes y necesitas saber si van a comprar cinco fragatas durante cinca años o si van a comprar una este año y luego ya veremos. Para empresas con únicamente vocación nacional contar con un presupuesto plurianual es fundamental. Porque va a ser tu cliente. Si no sabes lo que va a comprar tu cliente en los próximos años, ¿a qué te arriesgas a desarrollar? No es nuestro caso porque nosotros trabajamos con integradores de sistemas y agencias aeroespaciales. Los ministerios de Defensa son nuestros usuarios, pero no nuestros clientes. En cualquier caso, siempre hemos tenido mucha envidia de la sociedad francesa o americana, donde el reconocimiento al servicio que presta de defensa siempre ha sido abrumador comparado con lo denostado que ha estado en España. Afortunadamente, ahora muchísimos trabajadores que desarrollan tecnología para el ámbito de la defensa pueden mostrar públicamente el orgullo de dedicarse a esas labores.
P.– Recientemente han creado Ocentic, una nueva marca en la que aglutinan los trabajos destinados a asesorar y acompañar a las empresas en sus procesos de digitalización y la implantación de sistemas de monitorización industrial y en el ámbito de las energías renovables. ¿La sostenibilidad medioambiental es un reto, pero también una buena oportunidad de negocio?
R.– Sí. Todo el tema de inversiones en energías renovables está ocurriendo en la mayoría de los casos en ubicaciones remotas sin infraestructuras, lo que hace que tenga requerimientos de comunicaciones a distancia y que quieran monitorizar qué ocurre en un entorno hostil como puede ser un embalse o zonas de fuerte viento. Nuestra experiencia en electrónica robusta de comunicaciones nos permite ofrecer sistemas de monitorización precisos para estos casos y de comunicación de forma segura. Además, se da la circunstancia de que en Europa las plantas de generación de energía son infraestructuras críticas, lo que plantea unos requerimientos de seguridad que están muy en línea con nuestra experiencia.
P.– ¿Cuál diría que es el principal riesgo al que se enfrenta su compañía?
R.– Por un lado, tenemos el reto de seguir captando talento para abordar el número creciente de proyectos que vamos consiguiendo. Y luego, alrededor, existe el riesgo comercial en caso de tensión entre Estados Unidos, China y Taiwan para el suministro de semiconductores. Estos son los dos principales riesgos. Nosotros tenemos clientes en Europa y en EE UU pero, lógicamente, como nuestros competidores son estadounidenses y trabajamos en el ámbito de la defensa, a nosotros nos resulta más complicado competir en América que en Europa, donde mantenemos una posición relativamente cómoda, mientras que en Estados Unidos, para según qué programas de defensa, ser proveedor de la UE es un hándicap.
P.– El futuro es impredecible, y más en su sector. Pero, tras 25 años de experiencia, ¿por dónde cree que van a ir los tiros en los próximos años?
R.– Nosotros, por suerte, estamos entrando en programas aeronáuticos de muy largo plazo, por lo que en parte tenemos muy claras las cosas que vamos a estar haciendo de aquí a diez años. En nuestro caso, vemos el futuro en nuevas bandas de frecuencia y más potencia; la versatilidad en las plataformas en las que se van a integrar (submarinos, vehículos y aeronaves no tripuladas, cazas de combate de sexta generación…). Y luego está el salto al espacio con todas las nuevas constelaciones y servicios de comunicaciones y posicionamiento. Igualmente, también estamos muy activos abriendo las colaboraciones científicas como, por ejemplo, con el programa SKAO con los radiotelescopios más grandes del mundo para descubrir el origen del universo. De momento, nosotros nos sentimos muy cómodos en todos los sistemas que requieran de una alta fiabilidad, sean en la tierra o en el espacio. Hemos encontrado un nicho de mercado muy específico en el que hay poca competencia, apenas tres o cuatro empresas estadounidenses. Y esperamos que siga así.